No se lo cuentes a nadie.

Relatos de un cerebro atrofiado.

sábado, noviembre 25, 2006

Goma de borrar.

¿El la había dejado?

Lloraba en el silencio de la oscuridad azul. Poco faltaba para que amanezca y aun mis ojos continuaban tan profundamente abiertos, que protestaban ante cualquier pestañeo.

Mis teorías se tornaron dudosas; siempre había creído estar en el camino correcto, sin embargo, mucho distaba la realidad de ello.

Me encontraba solo, necesitaba consuelo. No podía continuar así. Los recuerdos entraban a empellón, como si algún misterioso imán caótico los atrajera para torturar más y más mi pobre alma, ya consumida por la tristeza y el dolor.
Puntadas en mi pecho fue el siguiente síntoma, para luego desaparecer como si nada hubiera ocurrido.

Comencé a buscar a tientas aquél preciado objeto. Había permanecido oculto de mi vida desde aquélla última vez, sin embargo sabía que lo encontraría. Los celos invadían mi ser, quizá producidos por algún extraño sentimiento irradiado desde lo más hondo de mi yo, tan eterno y absoluto.
Absuelto de cualquier duda tomé aquel instrumento entre manos.

"Basura literaria" comencé a gritar, mientras con aquella goma de borrar, suprimía todo lo escrito. Ya no quedan indicios de aquel ápice de ficticia inspiración, a excepción de una frase:

"¿El la había dejado?"